"Era gracioso que yo, una simple célula, me tomara la vida tan en serio"( Kurt Vonnegut)

domingo, 2 de octubre de 2011

Monsanto

Monsanto
Destino a Honduras

POR: Madeleine Rodríguez Osorio
(Estudiante de biología)


Dentro de un régimen totalitario, en cual la integridad física y psicológica del ciudadano es lo último que importa, todavía los oligarcas  son capaces de ultrajar la misma tierra que les da frutos y sustento para una vida plena. Por medio de las tácticas de este sistema, dan la bienvenida a la tecnología sin recordar que esta, no siempre está plagada de aspectos positivos, y el mismo estado de perpetua ignorancia en el cual la mayoría de población es mantenida, fomenta que ciertas empresas multinacionales que solo desean aprovecharse de nuestros recursos y “No perder ni un dólar de lo que actualmente ganan” entren sin ningún alto. La manipulación ha llegado al grado de alterar  lo que comemos, ya sea de origen animal o vegetal nuestro alimento no es lo que era hace algunos años. Si bien la biotecnología ha  ayudado a mejorar la calidad de nuestras vidas, se ha equivocado rotundamente con la manipulación genética de los organismos que llegan a nuestros platos como alimento. Esta nueva clase de biotecnología aplicada a la agricultura  ha contribuido al surgimiento de nuevas enfermedades, también al aparecimiento de un monopolio que amenaza al trabajador agricultor y  a el ensanchamiento de diversos problemas ligados al medio ambiente; poniendo la biodiversidad del planeta  en riesgo y en sí,  representa un bosquejo de lo que  está sucediendo  en nuestro planeta el cual se está trastornando más y más gracias a la enraizada indiferencia de la humanidad.
Con el surgimiento de  la primera revolución (la de la agricultura), nuestro mundo ha tomado forma al ritmo en  que la población humana exige más de esta. ¿Y es con los alimentos transgénicos (organismos a los cuales se les inserta un gen de otra especie para otorgarles nuevas características) con los cuales encontraremos la solución a la demanda de una tierra cada vez más sobre poblada? La respuesta es más que un no, es el grito de los miles de campesinos a los cuales se les prohíbe sembrar sus propios granos sin miedo a ser demandados, es el grito de los campesinos que en India cometieron suicidio ante la desesperación ocasionada al perder sus cultivos, gracias a que el algodón BT de Monsanto no resistió la plaga que el algodón normal (orgánico) resistía y es un grito de parte de los agricultores en México que gracias al TLC no tienen ni voz ni voto ante la inserción de estas “nuevas especies” en su país. La solución al hambre y la desnutrición del mundo no vendría a ser la falsa confianza que nos prometen los productos transgénicos o que contienen organismos genéticamente modificados, sino un uso más sostenible de la tierra. Un producto orgánico es más caro, pero a la larga le sale no solo mas barato al productor, a la población, sino más barato a la madre tierra.
Monsanto, la empresa más grande proveedora de semillas transgénicas que está acabando con el sector agricultor de grandes naciones como EU, es el creador del agente naranja; un herbicida que en los año 60s causo 400,000 muertes y 500,000 nacimientos de niños con malformaciones y sigue siendo el causante de deformidades y de  canceres dentro de esta población. Monsanto, es también el creador del famoso aspartame (el aditivo más peligroso del mercado), un edulcorante encontrado hoy en día en varios alimentos dietéticos y dulces light, que en recientes estudios ha demostrado ser el causante de esclerosis múltiple, perdida de la visión, diabetes, retardo mental, taquicardia y cáncer. También son creadores de la hormona de crecimiento sintética Prosilac y los muy utilizados PVCs, entre otros, que además de ser contaminantes del medio ambiente son altamente cancerígenos y están asociados con el mal funcionamiento del sistema linfático y endocrino.
Esta transnacional se encuentra en América y el resto de los continentes  mostrando una cara limpia hacia los consumidores, cuando su objetivo principal es el de controlar la producción del alimento en el mundo, ensuciándolo con sus transgénicos que no se dan en un proceso evolutivo de la naturaleza, sino por la mano del ser humano, quebrantando así el equilibrio perfecto que existe en ella. Entre las naciones de Latinoamérica a las cuales esta trasnacional ha puesto su mano negra, esta Paraguay, en donde los agricultores no saben qué hacer ante la soya lista para el roundup (un herbicida de esta empresa), ya que ésta inhibe a los demás cultivos  de crecer. En Brasil,  la gran selva del Amazonas ha sufrido un gran deterioro a su biodiversidad gracias a estos transgénicos y es una amenaza grandísima darle entrada a una empresa como esta a nuestros países.
El riesgo en que ponemos toda la biodiversidad del planeta es enorme. Por medio del proceso de polinización estas semillas genéticamente modificadas llegan a reproducirse rápidamente, acabando con la variedad de las demás especies y causando nuevas alteraciones en otros organismos; como el aumento de resistencia de ciertos insectos o bacterias. Y esto es de suma importancia, cuando en Honduras, joya dentro de Mesoamérica albergamos un aproximado de 8000 especies de plantas y entre estas, muchas son únicas en el mundo. Por eso es lamentable que nuestros políticos le abran las puertas a Monsanto y peor aún que el ministro de planificación Arturo Corrales sea su apadrinador, en el Valle de Comayagua; cuando en él se encuentran alrededor de 128 especies registradas de flora, plantas que no solo son hermosas gracias a su colorido sino que la mayoría de estas poseen beneficios medicinales y sirven como instrumentos para construir las bellas artesanías que se comercializan en diferentes sectores del país.
Es hoy más que nunca cuando debemos alzar nuestra voz contra las decisiones que nuestros políticos toman sin consultar al pueblo (en un sistema supuestamente representativo, en donde lo único que se representa son sus propias necesidades), es increíble la cantidad de futuras negociaciones en las cuales Honduras se ve incluida sin el consentimiento de su población. Además, es la hora de ser consumidores conscientes de que lo que la tierra nos da se está agotando a medida que acabamos con la biodiversidad  de esta y nos olvidamos de la homeostasis perfecta que existe en ella y que estamos socavando. El sistema capitalista actual en el que nos encontramos, es un depredador voraz, pero hay que recordar que todavía estamos a tiempo para revertir lo que le hemos y estamos haciendo a nuestro preciado y único hogar, nuestra conexión con la madre tierra debe de ser infinita y es esencial para la supervivencia de nosotros y la natura.